Ocurre en ocasiones que la realidad es demasiado fuerte para observarla en primera persona. A veces para bien y a veces para mal. Pero el mecanismo que debe actuar en nuestro cerebro parece ser el mismo, un momento muy feliz nos puede transportar a la misma sensación de irrealidad que momentos realmente trágicos, donde nuestras endorfinas nos facilitan un bálsamo sin el cual ciertas situaciones serían difíciles de soportar. Pero este mismo mecanismo nos puede impedir disfrutar de un momento de felicidad extrema.
En nuestra empresa, cada vez más trabajamos para la gente y menos para las empresas. Es mucha la gente que quiere un buen fotógrafo acompañándole en los momentos más importantes de sus vidas y casi nadie renuncia a un documento gráfico de esos días en los que nos cambia la vida.
A veces, solo una fotografía es testigo de que aquello realmente sucedió y nos muestra nuestra propia imagen que observamos estupefactos. ¿Donde estaba yo cuando me hicieron esa foto ahí?
Cuando la realidad de lo que nos sucede es demasiado fuerte, por ejemplo en nuestra boda, o al visitar la casa donde vivimos de niños o cuando vamos acompañados por alguien especial: tal vez un viejo amigo reencontrado, un familiar querido al que no veíamos hace años o un nuevo amor, puede que la emoción nos impida vivir ese momento en primera persona. Serán las fotos las que después nos ayuden a creer que eso realmente sucedió que estabas allí que no lo soñaste. Y descubrirás cosas en las fotos, miradas, gestos en tu propio rostro y en de tus acompañantes que te mostraran lo que sentías y lo importante que esos momentos fueron: reales e importantes.