domingo, 27 de septiembre de 2009

Las hijas de ZP...

Parece evidente que a nuestro presidente le crecen las enanas, perdón los enanos. Ni lo fácil le sale, y se crea una polémica donde no la hay. No voy a entrar a valorar si las hijas de ZP tienen derecho a su intimidad, cuando van a un acto oficial (dudo mucho que Obama las hubiera invitado a nada si no fueran las hijas de nuestro presidente) y además van en representación de nuestro país. Me podrá gustar más o menos la etiqueta de las embajadoras, pero que han renunciado a su intimidad (o ha renunciado su padre por ellas) desde que aceptaron la invitación es algo más allá de cualquier duda desde mi punto de vista y por obvio doy el tema por zanjado.
En realidad, mi reclamación va más allá y está en una de las premisas que dan base a la polémica: no se puede fotografiar a menores, ni reproducir sus imágenes. Da igual que se trate del más cándido reportaje sobre "la vuelta al cole" o tal vez una imagen genérica que ilustre un reportaje sobre la vida diaria de cualquier ciudad. No se puede fotografiar a menores y no se pueden reproducir sus imágenes sin difuminar sus rostros. Bueno, existen algunas cínicas excepciones, como son las imágenes publicitarias (donde sí que se explota a los menores) y la reproducción de niños de países pobres y sus condiciones de penuria: los niños pobres no necesitan intimidad, nuestros niños sí.
Actualmente, es muy sencillo robar imágenes: teleobjetivos, microcámaras... (¿está este señor que camina por la acera mirando los mensajes de su móvil o sin que yo lo sepa está grabando un vídeo o haciendome una foto?) Nuestros menores se enfrentan, muchas veces sin protección, a las redes sociales de internet, donde sin control comparten imágenes (sin censura) con otros supuestos menores.
¿De verdad creemos que de lo que hay que proteger a los menores es del uso de sus imágenes por parte de profesionales que sólo buscan informar y que responden con su firma al pie de la foto?
En mi opinión, estamos creando un mundo sin imágenes espontáneas de menores en los medios de comunicación que sólo vale para dar más valor a las imágenes de menores, que el depravado, el predador o el malintencionado sin duda conseguirá y atesorará. Por raras, estas imágenes de menores serán más codiciadas por quien piensa en darles un uso ilícito.
Dejemos que haya niños en las fotos, en los periódicos y en las hemerotecas y no hagamos un daño irreparable por una protección del menor mal entendida: decádas sin imágenes de menores, una parte de la memoria que nuestros reporteros se aplican en retratar difuminada sin más.