martes, 10 de noviembre de 2009

Un reloj de imitación

A medida que los fabricantes van sacando sus nuevas cámaras, la fotografía digital nos va dejando sin los límites técnicos que componían las reglas de juego de la fotografía. La última presentación de Nikon, la D3s, promete, y seguramente cumpla, una nueva vuelta de tuerca en la calidad de imagen al trabajar con poca luz. Como si la última generación de Nikon D3, D700 o Canon Eos 5D MkII no fueran ya cuasi milagrosas.
Parece que la fotografía digital conduce de manera irremediable a la perfección técnica. Pero realmente, ¿hay algo menos sensual que la perfección?
Es curioso cómo, según desaparecen los 'inconvenientes' y las fronteras técnicas, nos vemos también huérfanos, ya que los 'defectos' que son consecuencia de transgredir esos límites son también los principales recursos estéticos que nos sirven para dar magia a una imagen. ¿Qué sería de la fotografía sin el grano, el desenfoque, el movimiento o el contraste exagerado?
También llama la atención cómo para huir de la aseada y sosa pulcritud de las perfectas imágenes digitales, aparecen infinidad de recursos, desde tutoriales de Internet hasta plugins de pago para Adobe Photoshop que hacen que nuestras perfectas fotos digitales se parezcan a las añoradas fotos argénticas. Imitadores digitales de grano, técnicas para conseguir un blanco y negro "como el de verdad", técnicas para conseguir un tono como el de esta o aquella película, desde la temperamental Velvia a la ya añorada Kodachrome.
Mi pregunta es la siguiente: ¿no estamos consiguiendo con todo esto una simple imitación de lo real?
Las marcas de reloj más exclusivas no han renunciado a la mecánica tradicional y se niegan a incorporar mecanismos de cuarzo movidos por pilas. Se podría dar incluso la paradoja de que un reloj de imitación con un buen mecanismo de cuarzo fuera más preciso que el original, cien veces más caro, pero quien aprecia un reloj así no busca sólo precisión, quiere algo único, hecho a mano y auténtico.
Tal vez el lenguaje propio de la fotografía digital esta por inventar. Me refiero a ese lenguaje que transforma una simple foto en arte, no al uso generalizado de la fotografía como instrumento de comunicación. Pero si los fotógrafos con ambición nos vamos a limitar a imitar lo que se hacía con película, es decir a fabricar relojes de imitación, tal vez el regreso de la fotografía química esté más cerca de lo que pensamos. Al menos en los ámbitos más exigentes.