jueves, 23 de julio de 2009

Foto-vigilancia

(Fotografía: Julián Rojas)
Hoy ZP ha venido a Alcalá a inaugurar su nuevo y flamante Parador. Ya hacía tiempo que yo no estaba en un evento de este calado y la verdad es que me ha sorprendido cómo están las cosas, y esta sorpresa ha sido para mal.
El señor presidente, al igual que presidentas, presidentillos y demás mandones (cada vez de menor rango) usan el dinero de nuestros impuestos para manipular su imagen. Se controla que nadie haga fotos fuera de lugar (del lugar que a ellos les conviene, o creen que les conviene) se somete a un férreo marcaje a cada uno de los fotógrafos presentes en el acto y ¡sorpresa! se nos dan facilidades para retratar al presidente (que podría ser una presidenta, un presidentillo o cualquier otro mandamás o mandamenos) junto a los cocineros del Parador (vestidos de cocineros, que no les dejan ponerse guapos para la foto) que para eso son El Pueblo y esa foto sí da votos.
Lo más grave de todo es, sin embargo a mi juicio, nuestra actitud, la resignación de los fotógrafos. Creo que no intentamos hacer nuestro trabajo, no intentamos traspasar ese límite impuesto, y ni siquiera nos cogemos una buena rabieta. Los servicios de seguridad del presidente, que en gran medida se ocupan de vigilar a los fotógrafos, cámaras y demás periodistas (vigilarnos para que no perpetremos una foto prohibida, que el control de seguridad ya lo hemos pasado y saben bien que ninguno somos terroristas ni vamos armados) estaban bastante relajados, te censuraban, pero de buen rollo. Nadie se sale del redil y seguro que si alguien lo intentó alguna vez ya se le han quitado las ganas.
Mi conclusión es triste pero no veo otra: una de dos, o hay libertad de expresión y realmente nos dejan trabajar y ofrecer una historia personal, o que los medios publiquen la foto del fotógrafo oficial en la que Zapatero salga más guapo, o con más talante, más listo o como él quiera, y reconozcamos que la libertad de expresión ha muerto, o se está muriendo.
De momento, tiene un miembro gangrenado y con necrosis: el fotoperiodismo. Se puede dejar como colgajo decorativo o amputar (como están haciendo ya algunos medios con despidos de los mejores profesionales después de que, asfixiados por esta manera de trabajar, su trabajo ya no fuera tan bueno) pero aquí ya empieza a oler a cadáver.

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