domingo, 9 de enero de 2011

Art is not

Hoy he visitado una exposición de John Gutmann en la Fundación Mapfre
Me han llamado la atención especialmente dos fotografías, no por ser las más interesantes de la exposición, sino por ser tal vez representativas de una forma de entender la fotografía. Son las dos primeras fotos que Gutmann tomo con su cámara Rolleiflex en Alemania adquirida solo unos días antes de abandonar su país natal debido a la llegada del nacismo y su origen judío. Son dos buenas fotografías, excelentes. Una del extraño reflejo de una chica en el cristal de una cafetería fundido con la imagen interior del local y otra de un paisaje urbano. Ya he hablado de esto en el blog, pero es cierto que el respeto que infunde tener solo doce exposiciones en nuestra cámara nos hace aproximarnos a la foto con respeto. El bochorno imborrable, la decepción tras el interminable proceso del revelado de obtener un negativo mal expuesto, esa superficie de treintaiseis centímetros cuadrados profanados con una mala fotografía sabiendo que nunca más ese sagrado espacio reservado para una buena imagen estará disponible, hacía la aproximación a la fotografía como disciplina algo más serio, más respetado.

Después de disfrutar la visita a la exposición y de vuelta en la cruda realidad, han llegado a mi hoy dos ejemplos de lo que es hoy esta profesión y de la enfermedad más grave que a mi juicio la aqueja y que si no hacemos algo acabará con ella. Por un lado un listo, no se me ocurre otro adjetivo, que teniendo formación de ingeniero, careciendo de curriculum como fotógrafo y habiendo realizado cuatro postales en diversos lugares paradisíacos (donde un mandril con cámara haría buenas fotos), no solo dice que es fotógrafo de naturaleza sino que recorre España ofreciendo cursos de fotografía. Solo es un ejemplo. Otro: una web que se ofrece como fotografía de moda y erótica y donde no se encuentra una sola foto (solo algunas descaradamente robadas de Internet), eso sí, el precio bien grande, aunque además de fotos tampoco se encontrará ninguna referencia a su estatus legal.

El intrusismo que en esta época de crisis se multiplica,  es algo que tenemos que atajar. La desvergüenza de unos y el "todo vale" de otros esta emponzoñando esta profesión. ¿Soluciones? a mi se me ocurren pocas no violentas, pero la difusión, la formación de nuestro publico, de nuestros clientes, de quien tengamos cerca, el aleccionamiento y gritar donde nos dejen y no callarse ante las faltas de respeto puede ser un comienzo. Se admiten sugerencias.

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